
Tomando como referencia el apartado de Jesús Martín-Barbero, titulado Saberes hoy: diseminaciones, competencias y transversalidades, podemos decir que la escuela y la familia parecen ser las dos instituciones más afectadas por las transformaciones habidas en los modos de circular el saber, que constituyen una de las más profundas mutaciones que sufre la sociedad contemporánea. Esta mutación se manifiesta en la circulación de los saberes por fuera de la escuela y de los libros (descentramiento), y por la difuminación de las fronteras que separaban los conocimientos académicos del saber común (diseminación).
Descentramiento: significa que el saber se sale de los libros y de la escuela, entendido por escuela todo sistema educativo desde la primaria hasta la universidad. El saber se sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco siglos: el libro.
Des-localización/des-temporalización: los saberes escapan de los lugares y de los tiempos legitimados socialmente para la distribución y el aprendizaje del saber.
La des-localización: implica la diseminación del conocimiento, es decir, el emborronamiento de las fronteras que lo separaban del saber común.
Según Descartes en el sujeto la capacidad de reflexionar sobre su propio saber proviene de un gesto de separación radical entre mente y cuerpo: el axioma “pienso luego existo”.
Si queremos recuperar el concepto de competencia en su sentido cognitivo, habría que asociarlo a otros dos: el de hábitus en el pensamiento de P. Bourdieu, y el de práctica en el de Michel de Centeau. Para Bourdieu, el concepto de hábitus se define como competencia cultural, o sea, como “un sistema de disposiciones durables que, integrando las experiencias pasadas, funciona como matriz de percepciones y de acciones posibilitando tareas infinitamente diferenciadas”. El hábitus tiene que ver con la forma en que adquirimos los saberes, las destrezas y las técnicas artísticas: la forma de adquisición se perpetúa en las formas de usos.
Michel de Certeau toma como clave de su definición los saberes que contienen y posibilitan nuevos saberes. Y lo conceptualiza a través de dos caracterizaciones: primera, los esquemas de operación: en el fondo de toda operación hay un esquema mental sin el cual dicha operación no es posible. Y la segunda, los operadores de apropiación, que responden a cuestiones de este tipo: ¿cómo hace la gente para saber moverse en la ciudad?
Con respecto a la transversalidades, se trata de una encrucijada de agendas y de enfoques que está exigiendo superar la mera agregación de saberes y de resultados. La transdisplinaridad significa, de un lado, la des-jerarquización de los conocimientos para que sea posible dar cuenta de las dinámicas y transformaciones sociales, y, de otro, la asunción de la pluralidad de los discursos y lenguajes sociales como diversos modos de acceso a y de expresión de la irreductible multidimensionalidad de lo social.
Descentramiento: significa que el saber se sale de los libros y de la escuela, entendido por escuela todo sistema educativo desde la primaria hasta la universidad. El saber se sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco siglos: el libro.
Des-localización/des-temporalización: los saberes escapan de los lugares y de los tiempos legitimados socialmente para la distribución y el aprendizaje del saber.
La des-localización: implica la diseminación del conocimiento, es decir, el emborronamiento de las fronteras que lo separaban del saber común.
Según Descartes en el sujeto la capacidad de reflexionar sobre su propio saber proviene de un gesto de separación radical entre mente y cuerpo: el axioma “pienso luego existo”.
Si queremos recuperar el concepto de competencia en su sentido cognitivo, habría que asociarlo a otros dos: el de hábitus en el pensamiento de P. Bourdieu, y el de práctica en el de Michel de Centeau. Para Bourdieu, el concepto de hábitus se define como competencia cultural, o sea, como “un sistema de disposiciones durables que, integrando las experiencias pasadas, funciona como matriz de percepciones y de acciones posibilitando tareas infinitamente diferenciadas”. El hábitus tiene que ver con la forma en que adquirimos los saberes, las destrezas y las técnicas artísticas: la forma de adquisición se perpetúa en las formas de usos.
Michel de Certeau toma como clave de su definición los saberes que contienen y posibilitan nuevos saberes. Y lo conceptualiza a través de dos caracterizaciones: primera, los esquemas de operación: en el fondo de toda operación hay un esquema mental sin el cual dicha operación no es posible. Y la segunda, los operadores de apropiación, que responden a cuestiones de este tipo: ¿cómo hace la gente para saber moverse en la ciudad?
Con respecto a la transversalidades, se trata de una encrucijada de agendas y de enfoques que está exigiendo superar la mera agregación de saberes y de resultados. La transdisplinaridad significa, de un lado, la des-jerarquización de los conocimientos para que sea posible dar cuenta de las dinámicas y transformaciones sociales, y, de otro, la asunción de la pluralidad de los discursos y lenguajes sociales como diversos modos de acceso a y de expresión de la irreductible multidimensionalidad de lo social.
Insaurralde Marta. 3° año de Lengua y Literatura.
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